lunes, 27 de enero de 2014

RAÚL, EL TRIUNFO DE LOS VALORES

El suyo es un caso especial, posiblemente único en la historia del fútbol español. Pocas veces ha existido un reconocimiento tan mayoritario, casi unánime, sobre la carrera profesional de un jugador. Raúl ha sido mucho más que el estandarte del madridismo en los últimos lustros. Si el Bernabéu siempre ha estado entregado e esos valores intrínsecos del club que él ha defendido como pocos, en casi todos los estadios donde ha jugado se ha destacado su comportamiento y su profesionalidad. Es España y en todo ese mundo balompédico que ha recorrido siempre con la cabeza alta. Desde que entrara por la puerta del vestuario del primer equipo con 17 años, Raúl ha sido fiel a sí mismo, a sus principios. En aquel primer partido de Zaragoza en octubre del 94 se comportó como un veterano y en el último que disputó, precisamente en el mismo estadio de la Romareda, lo hizo con la ilusión del chaval que empieza y se resiste al paso del tiempo. 


Casi imposible encontrar un compañero, rival, entrenador, directivo, aficionado, incluso periodista, que no valore su trayectoria. Raúl ha sido un ejemplo de superación permanente. Y un espejo donde mirarse para muchos que han querido y quieren parecerse a él. Su tirunfo es el del deportista que lo gana absolutamente todo con su trabajo, su dedicación, su amor propio, en definitiva, su obsesivo sentido de la profesionalidad. Raúl puede que no haya sido un superdotado futbolístico pero se ha comportado como tal durante toda su carrera, lo que tiene mucho más mérito. Su palmarés está al alcance de pocos y su regularidad temporada tras temporada sólo al alcance de los elegidos. En los mejores momentos, a la hora de levantar los trofeos, ha disfrutado como ninguno y cuando ha tenido que bajar la cabeza porque el rival había sido mejor, lo ha hecho con una educación y un respeto que le honran.

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