domingo, 21 de diciembre de 2014

EL AGUIJÓN DEL DIABLO. EDELVIVES. TEMA: LAS DROGAS

EL AGUIJÓN DEL DIABLO

AUTOR: RICARDO ALCÁNTARA
ADITORIAL EDELVIVES





FRAGMENTO:

—Buenas tardes, estoy citada con la tutora de Gustavo Costa.
Como el hombre ya estaba avisado, las condujo sin demora hasta una pequeña sala en el primer piso.
En aquel momento Joaquina sintió deseos de pedirle a Martha que aguardara afuera. Mas luego consideró que no sería demasiado amable de su parte, y permaneció quieta y en silencio. Martha, en cambio, no hacía más que husmear por todas partes. Al verla, cualquiera diría que estaba allí con la intención de comprar el instituto, dada su manera de examinar cada uno de los detalles. Pero cuando se present la tutora, corrió a sentarse junto a Joaquina.
La tutora también se sentó y, aunque se esforzaba  en sonreír, Joaquina presintió que las noticias serían más alarmantes de lo que esperaba.
Cruzó las piernas y apretó el bolso contra el pecho.
Hacía años que no rezaba, pero mientras aguardaba las primeras palabras, a su manera le pidió a Dios que le echara una mano. La tutora rompió finalmente el silencio:
—Me decidí a llamarla por teléfono en vista de que usted no respondía a mis notas.
—¿Qué notas? Gustavo no me ha entregado ninguna nota -se disculpó rápidamente Joaquina toda azorada.
—Las últimas se las hice llegar a través de Fernando -explicó la tutora.
Tuvo la sensación de que el suelo se movía bajo sus pies. “Tampoco puedo confiar en Fernando...”, se dijo.
Permanecieron las dos calladas, evitando mirarse a los ojos. Y Martha, a quien este tipo de situaciones le daban tanto miedo como las películas de terror, sin saber qué hacer para estarse quieta, preguntó:
—¿Puedo fumar?
—Sí, claro. Aquí tiene un cenicero.
Con bastante esfuerzo, Joaquina consiguió reunir el coraje suficiente como para preguntar:
—¿Qué sucede, pues?
—Hace tiempo que Gustavo no aparece por la escuela. Tiene el curso perdido. Y por si esto fuera poco, sus compañeros me han comentado que últimamente lo han visto con gente... poco recomendable.
—¡Dios mío! -exclamó Joaquina con voz lastimera-,¿qué voy a hacer con este chico?
La tutora no respondió, quizá consideró que eso ya sería meterse demasiado en un terreno que no era de su incumbencia. Quien no dudó en hacerlo fue Martha, que con el cuello erguido, sentenció:
—Pero, ché, tenés que hablar con él en seguida. ¿No ves que mañana puede ser demasiado tarde? Y tenés que decírselo al padre. No se lo podés ocultar.
—Sí, eso haré -murmuró Joaquina mientras se incorporaba. Y, luego de despedirse, se
marcharon.
Durante el camino de regreso, Martha tampoco dejó de hablar. Pero entonces Joaquina no la escuchaba, tal era su desconcierto y tan grande su desazón. Y al llegar al rellano, se apresuró a despedirse:
—Gracias por acompañarme.
¡Adiós!
—No tenés nada que agradecerme: hoy por vos y mañana por mí -aclaró Martha.

SINOPSIS:

Desde hace un tiempo, Gustavo no aparece por el , se encierra en su habitación mantiene una actitud hostil. Sólo cuando su , una de  aparentemente tranquila, asuma la cruda realidad y la profunda crisis que atraviesa su  -un matrimonio que se viene abajo, un hijo drogadicto…-, podrá reunir fuerzas para luchar e intentar evitar el desastre. Ricardo Alcántara aborda en “El aguijón del diablo” el delicado tema de las drogas. “Ricardo Alcántara” nació en Montevideo, Uruguay, en 1946. En su juventud fue  de tele5# novelas y vivió en, desde donde dio el salto a España. Cuando estaba a punto de acabar la  de, se dio  de que en realidad deseaba ser escritor. Este descubrimiento fue tan impactante que cambió el rumbo de su vida e inició así su andadura en el mundo de la literatura infantil y juvenil, en el que sigue actualmente. Ha recibido prestigiosos premios, como el “Lazarillo”. En cada uno de sus  intenta condensar un momento especial, una búsqueda, un sentimiento, reflejar una ruptura con un aspecto de la realidad que no le gusta, y ofrecer una alternativa que, aunque imaginaria, sea más esperanzadora.

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